sábado, 28 de agosto de 2010

Monsanto

La Multinacional que produce el glifosato y el agente Naranja....


La guerra de Vietnam planteó para los Estados Unidos una Unidos una problemática compleja de resolver. Los nativos de la región podían moverse por sus tierras de tupido follaje de forma casi imperceptible para las tropas norteamericanas, que en muchas ocasiones cayeron víctimas de las balas de los vietnamitas cuando menos lo esperaban. ¿Cómo menguar el impacto de tal situación? La respuesta le llegó a los estrategas norteamericanos por cuenta de una sustancia denominada Agente Naranja –producida por empresas también norteamericanas–, con la que se consigue que los árboles defolien en menos tiempo del normal. Con un paisaje devastado –como quedó el vietnamita en muchas partes– y en el que la vista podía irse larga, las tropas gringas podían de forma más fácil y certera darse cuenta de posibles ataques y reaccionar, o, incluso, planear sus propios ataques y llevarlos a cabo mientras se movían a través de paisajes desolados por el mortal herbicida.

Habida la solución, la tarea fue impuesta a comandos aéreos. Estos despegaban de zonas seguras, cargados a reventar con fanegadas de la sustancia. La misión era rociarla por los vastos campos de follaje. Apenas semanas después, lo que antes había sido verde y tupido se convirtió en desértico y tristemente seco. Las tropas norteamericanas plantearon la guerra de otra forma, pero ni aún así lograron vencer a aquella gente aguerrida que se negaba a verse vencida por fuerzas invasoras.

En el período comprendido entre 1961 y 1971 llovió Agente Naranja en Vietnam de forma permanente. Entre 42 y 72 millones de litros de defoliantes fueron utilizados allí de forma inmisericorde. ¿Y las consecuencias? Nadie las podía prever. Los norteamericanos, aún hoy, sostienen que la sustancia solo podía atacar la flora pero no hacer daño a la fauna y menos a la especie humana. Algo similar a lo que continuamente escuchamos en Colombia –y se escucha en los países suramericanos que combaten los cultivos ilícitos–, como justificación a las permanentes fumigaciones con glifosato, el herbicida con que se rocían las plantaciones de amapola y coca a lo largo y ancho de tantos territorios.

Lo cierto es que más de cuatro décadas después de que los aviones dejaron caer sobre las tierras vietnamitas el famoso Agente Naranja, esas consecuencias ya son evidentes. Los niños nacen deformes, mutilados, nacen sin ojos o con unos ojos que con el tiempo se expresan con miradas espantadas. Posiciones y miradas catatónicas, catalepsia, estupor, excitación, rigidez, en fin, una colección de enfermedades que desquician de solo ver lo que deja en la especie humana la sustancia maléfica.

Pero no solo los nativos vietnamitas padecieron tan nefastas consecuencias. También los “héroes” norteamericanos han visto cómo su piel se reseca hasta despellejarlos; cómo sus cuerpos sufren deformaciones más dolorosas que las de la artritis o la artrosis; y lo peor, han visto como su descendencia también carga con los genes envenenados que les dejó como herencia aquella guerra demencial.

Lo curioso de todo es que mientras las demandas de los veteranos gringos son juzgadas a su favor, las de los cuatro millones de vietnamitas afectados, no. Para los especialistas norteamericanos de la medicina y las leyes es claro el daño que hizo el Agente Naranja en sus soldados, pero es improbable que el herbicida haya producido los daños en la salud de los vietnamitas.

¿Historia pasada? No.

Como no lo es, porque es historia actual, reciente, la que se cuenta en relación con las fumigaciones con glifosato. Este es un veneno similar al Agente Naranja, aunque en el afán de querer ganar una guerra perdida contra la comercialización de drogas ilegales se quiera hacer pensar lo contrario. En Argentina ya hay investigaciones claras y contundentes en relación con los males (malformaciones, quemaduras, muertes lentas por envenenamiento) producidas por el glifosato. Lo que no sabemos hoy -como no lo sabían ni los gringos ni los vietnamitas hace más de cuatro décadas-, es cuáles serán las consecuencias que tendrán que enfrentar en los próximos años las generaciones venideras, como consecuencia de lo que hoy es un total desconocimiento, o quizás mentiras.

Las preguntas que quedan en el aire son complejas de responder, pero hay que hacerlas:

¿Hace más daño la legalización de la producción y comercialización de drogas ilícitas, o hacen más daño los herbicidas con que se quieren contrarrestar las crecientes plantaciones de amapola y coca?

¿Morirían más personas si se legalizara la droga, o habrán de morir más personas a causa del envenenamiento producido por los herbicidas tipo Agente Naranja o glifosato?

¿Dejarían de morir más personas si se legislara en relación con la legalización de las hoy drogas ilegales, o dejarían de morir más personas si al final se mata a todos los que hoy en Colombia, México, Guatemala, etc., se disparan y dispara a diestra y siniestra con fusiles de todo calibre en procura de mantener el poder sobre los mercados?

El debate está abierto.

Fuente de la imagen: http://www.aristotelizar.com/